Los Yanquis de Nueva York hicieron un movimiento de impacto durante el invierno, con el cambio que llevó al dominicano Juan Soto al Bronx desde San Diego, donde jugó poco menos de dos temporadas luego de haber sido transferido por los Nacionales de Washington.
Enviaron seis jugadores a California por los servicios del pelotero considerado como uno de los mejores jugadores ofensivos de la actualidad.
Llamó la atención, sin embargo, que el gerente general Brian Cashman dijera públicamente que a Soto lo ve como una inversión de un año y que sabe que irá a la agencia libre cuando se termine la temporada del 2024.
Todo el mundo sabe que Soto irá a la agencia libre porque eso ha dicho desde hace cuatro años y porque su agente Scott Boras acostumbra a hacer ese tipo de movimientos.
¿Pero cuál era la necesidad de enviar un mensaje que haga pensar que los Yanquis no intentarán retener al pelotero?
Últimamente Cashman ha hecho comentarios que dejan mucho que desear porque parecería que está haciendo quedar mal a la franquicia.
Soto finalmente llegó ayer al estadio de los Yanquis en Tampa, ubicado en la calle George Steinbrenner y dijo que estaba preparado para tener una campaña interesante.
Después de pegar 35 cuadrangulares, con 109 remolcadas, con 132 transferencias y un WAR de 5.5 el año pasado, jugar en el Yankee Stadium con su corto paredón del jardín derecho podría ayudar a Soto a tener su primera temporada de 40 vuelacercas en las mayores.
Soto ganará US$31 millones en el 2024, luego de evitar arbitraje con los Yanquis y ya sabemos que en la agencia libre habrá que buscar centenares de millones para quedarse con sus servicios.
El jardinero se convertirá en agente libre con ganancias acumuladas de US$80 millones en su carrera antes de tocar el mercado libre.
Por eso, los US$500 millones no parecen una locura para el jugador de 25 años.
Con su llegada al Legends Field de ayer, podríamos decir que comienza la era de Juan Soto en Nueva York.
Habrá que esperar a ver si los Yanquis tienen la intención y voluntad de hacer que esta sea efímera o que, por el contrario, pueda extenderse a largo plazo y darle chance de convertirse en leyenda con el uniforme rayado.