NUEVA YORK.─ El co-coach de bateo de los Mets, Jeremy Barnes, soltó una divertida risa la mañana del domingo cuando le preguntaron sobre el puertorriqueño Francisco Lindor. Barnes, por supuesto, entendió la línea de cuestionamiento. Lindor estaba metido en un bache tan profundo como el de cualquier bateador en las Grandes Ligas, cayendo cada vez más en un abismo de inicio de temporada. Su promedio de bateo era malo, a pesar de algunos batazos bien conectados. El enfoque de Lindor, en opinión del técnico, era mayormente adecuado. Incluso para un jugador propenso a tales problemas, no era fácil decir por qué estaba sucediendo esto.
“Es humano”, dijo Barnes. “Esa sería mi respuesta”.
La noche anterior, Lindor le costó encontrar respuestas cuando le preguntaron sobre la mala racha, llamándola “un comienzo difícil” que no estaba afectando su confianza en el plato. La imagen que daba era la de alguien que no estaba preocupado. Aun así, hasta que comenzara a batear, hasta que Lindor tuviera un gran juego como el que tuvo el domingo, las preguntas continuarían llegando.
Una tarde soleada en el Great American Ball Park cambió todo. En la victoria de los Mets por 3-1 sobre los Rojos, Lindor conectó dos hits, incluido un jonrón solitario ante Andrew Abbott y un doble para encaminar la primera carrera de Nueva York. A lo largo del día, Lindor rompió una racha de 24-0, elevó su OPS en casi 200 puntos, duplicó su total de carreras impulsadas y triplicó su número de anotadas.
Un juego puede no pesar más que una semana entera de malos resultados, pero en esta etapa temprana del año, seguramente puede equilibrar la balanza.
“Se siente muy bien poder contribuir al equipo”, confesó Lindor. “Nada más importa que ganar”.
Enfrentando a un abridor zurdo por segunda vez este año, Lindor, un bateador ambidiestro que siempre ha sido ligeramente más productivo desde el lado derecho del plato, conectó un doble por la línea del jardín izquierdo contra Abbott en el primer inning. En el siguiente episodio, bateó para doble play, pero con un rodado golpeado con fuerza a 103 mph que hizo sentir mejor al venezolano manager Carlos Mendoza. Dos entradas después, Lindor sacó su primer jonrón de la temporada, un tablazo a las gradas del jardín izquierdo.
Su producción respaldó otra sólida actuación de Sean Manaea, quien lanzó cinco entradas de una carrera, y cuatro relevistas se encargaron de preservar el triunfo registrando los últimos 12 outs sin permitir un hit.
“Siempre es bueno ver a la gente obtener resultados”, mencionó Mendoza. “Obviamente Lindor… tuvo un comienzo difícil, pero es la misma persona. Es la misma sonrisa antes del juego. Eso es lo que lo hace un jugador especial”.
Por alguna razón, Lindor ha sido susceptible a este tipo de malas rachas. En su primera temporada completa con Cleveland en el 2016, Lindor pasó por un bache de 27-0, que hasta el día de hoy sigue siendo el peor de su carrera. Tuvu un slump de 25-0 durante su primer año con los Mets en 2021, luego malas rachas de 20-0 y 18-0 la siguiente campaña. El año pasado, Lindor llegó a irse de 10-0 durante su período más difícil.
Pero tener un historial de seguidillas de turnos en blanco no los hace más fáciles de soportar. La noche del sábado, mientras su compañero de equipo y compatriota Edwin Díaz se instalaba en su habitación de hotel, le envió un mensaje de texto a Lindor animándolo a mantener la calma.
“No sé por qué estaba pensando en él”, contó Díaz. “Solo le envié un mensaje de texto. Y hoy, tuvo un gran juego, así que estoy muy feliz por él”.
Otros amigos, incluidos mentores de toda la vida como los también boricuas Sandy Alomar Jr. y Carlos Beltrán, se comunicaron en los últimos días para ofrecerle apoyo. Lindor apreció cada gesto. Antes del juego final de la serie el domingo contra los Rojos, estaba de buen humor, hablando con periodistas y empleados del equipo e incluso cantando en el clubhouse. Lindor bromeó sobre lo emocionado que se puso al ver “This is Us” con su esposa. Se rió de su amor por la película “Shrek”.
Si estaba preocupado por su mal comienzo, Lindor no proporcionó mucha evidencia en ese sentido.
Si su alegría fuera del terreno lo ayudó a responder entre las rayas, es imposible saberlo. Si los mensajes de texto y las llamadas telefónicas jugaron un papel no es evidente. Sin embargo, tener ese tipo de sistema de apoyo nunca está de más. Y aunque es demasiado pronto para decir que Lindor ha vuelto por completo, es posible que la peor parte de su temporada ya haya quedado atrás.
“Soy Francisco Lindor. Soy yo mismo cada día”, dijo el torpedero. “Ya sea que esté haciendo bien o mal, es mi trabajo, es mi deber como líder ser la misma persona día tras día, dentro y fuera del terreno. Me enorgullezco mucho de eso”.
Anthony DiComo/MLB.com