Desde su debut en Grandes Ligas, el japonés Shohei Ohtani ha hecho todo en grande y cada vez que sale al terreno, ya sea como bateador o como lanzador, parece que está destinado a hacer historia, como ayer, cuando disparó tres jonrones, se robó dos bases y empujó 10 carreras para inaugurar el club 50-50 (cuadrangulares y robos).
Recuerden que Ohtani está en su año de recuperación de una operación Tommy John a la que fue sometido cuando terminó el 2023, previo a su contrato de 10 años y US$700 millones (con US$680 millones diferidos a otros 10 años).
Y aun así tiene 51 cuadrangulares y 51 bases robadas en el año, encaminado a su tercer premio al Jugador Más Valioso y quién sabe si el tiempo apremia e inaugura otro club, el de 60-60.
El boricua Francisco Lindor puede despedirse de sus aspiraciones por el galardón ya que no hay forma humana posible de que alguien le arrebate ese reconocimiento.
En su tarde histórica ayer, Ohtani se convirtió en el primer jugador de los Dodgers de Los Ángeles en pasar de los 50 jonrones y aseguró su pase a la postemporada por primera vez en sus siete años en las Grandes Ligas.
Por alguna razón, no todo el mundo está disfrutando lo que está haciendo un pelotero sin comparación, cosas que nadie antes había visto en este juego… y, por favor, olvídense ya de las comparaciones con Babe Ruth.
El béisbol moderno está presenciando, probablemente, al jugador más dominante de toda la historia, uno que parece no tener debilidades y que todo lo hace bien.